De cara a 2025, los sólidos fundamentales de las compañías y las tendencias en innovación podrían verse contrarrestados por el agravamiento del riesgo geopolítico y la incertidumbre política.
Para los inversores en renta variable, 2025 consistirá en encontrar oportunidades en un nuevo equilibrio. El entorno macroeconómico ha cambiado: los tipos de interés son ahora más bajos y alivian parte de la presión financiera de las compañías y los consumidores. Aunque siempre hay riesgos que hay que vigilar de cerca, nuestra tesis general es la misma: las compañías con fundamentales sólidos que han aprendido a capear el difícil entorno operativo de los últimos años seguirán, a buen seguro, liderando el pelotón.
La bajada de los tipos ya ha llegado y debería resultar propicia para la renta variable
Cuando la Reserva Federal de EE. UU. emprendió este año su ciclo de relajación, supuso un hito importante en el cambiante panorama de la renta variable. De cara al futuro, podría darse que el coste del capital de las compañías disminuya, por lo que será más fácil tomar decisiones sobre asignación de capital y planificar con antelación.
Con una salvedad: en la actualidad, los tipos están bajando porque la inflación está descendiendo. Sin embargo, si empiezan a recortarse los tipos para evitar una recesión o si la inflación se reafirma, sería otra historia, y también otro entorno que podría incidir de forma negativa en las acciones. También es importante tener en cuenta que el concepto “tipos más bajos” no necesariamente significa tipos bajos. Los tipos de interés siguen siendo elevados en términos históricos, por lo que seguimos de cerca las decisiones de asignación de capital de las compañías en las que invertimos en un entorno de tipos terminales más altos.
Tampoco perdemos de vista el mercado laboral, una de las señales clave de la salud económica general. Estamos presenciando un cierto deterioro, aunque la tasa de desempleo se sigue situando en cotas relativamente bajas y se publican muchas ofertas de empleo.
Las elevadas valoraciones no deberían ser motivo para que los inversores no entren en el mercado
En términos históricos, las valoraciones de la renta variable, en ratio precio/beneficios, siguen viéndose tensionadas, especialmente en Estados Unidos. Sin embargo, creemos que estas valoraciones son razonables si se tiene en cuenta que están impulsadas por unos beneficios saludables. Los inversores también deberían sentirse alentados por el hecho de que esta fortaleza de los beneficios procede de un grupo más amplio de sectores y compañías en comparación con los últimos años, es decir, más allá del estrecho ámbito de los «Siete Magníficos» (Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, NVIDIA y Tesla).
Si miramos alrededor del mundo, existen oportunidades para aprovechar las valoraciones atractivas más allá de Estados Unidos. La mayoría de los países europeos con mercados desarrollados resultan relativamente baratos en comparación con los últimos 10 años. Lo mismo puede decirse de China. Asimismo, aunque la comparación entre barato y caro no suele ser una tesis de inversión eficaz, puede ser un dato útil para cuestionar las hipótesis de los inversores y evaluar las asignaciones por países.
En caso de un aterrizaje más brusco, los mercados de renta fija podrían experimentar una mayor volatilidad. Un escenario de este tipo debería de beneficiar a los valores de renta fija de alta calidad y con vencimientos más largos, ya que los inversores buscan activos refugio en periodos de tensión económica.
La mayor incertidumbre es el riesgo geopolítico
Si bien la incertidumbre dominante en los últimos años era de índole macroeconómica, en la actualidad el principal riesgo reviste un carácter geopolítico. Se trata de un riesgo que, casi con toda seguridad, seguirá siendo elevado en 2025. Para las compañías internacionales, esto significa un entorno operativo cada vez más difícil. El coste global de la actividad empresarial será probablemente más elevado, y las compañías tendrán que ser resistentes y capaces de adaptarse a medida que sus entornos operativos y de mercado sigan cambiando. De forma más inmediata, una vez pasadas las elecciones estadounidenses y el ruido asociado a ellas, los inversores pueden centrarse en las posibles repercusiones de las políticas, y en lo que ello implica para sus inversiones y perspectivas.
Las oportunidades impulsadas por la innovación se extienden por todo el mercado
Creemos que 2025 se perfilará como un año en el que volveremos a centrarnos en las tendencias de crecimiento a más largo plazo, como la inteligencia artificial (IA) y la transición energética, así como la rápida innovación en sectores como la sanidad. A medida que las tecnologías avanzan y maduran, estas oportunidades siguen evolucionando. Por ejemplo, la mayoría de la gente piensa en la IA estrictamente como una apuesta «tecnológica», pero esto no es más que el comienzo. Hoy en día, la IA como tema de inversión es, en realidad, una oportunidad intersectorial. Sobre todo en esta fase de desarrollo, en la que estamos asistiendo a un aumento del gasto en infraestructuras para integrar la IA en los modelos de negocio de casi cualquier tipo de empresa. No perdemos de vista estos grandes temas de crecimiento y creemos que los inversores también deberían prestarles atención.
Conclusión
Como cualquier otro año, veremos una combinación de riesgos y oportunidades en los mercados de renta variable. A medida que nos acercamos a 2025, los inversores seguirán cuestionando la sostenibilidad de las rentabilidades de los mercados, especialmente en Estados Unidos. Aunque los tipos más bajos, los beneficios sólidos y la oleada de innovación están creando un telón de fondo favorable para la renta variable, las incertidumbres geopolíticas y la evolución del mercado laboral podrían incrementar el riesgo de una desaceleración.
Si ponen el foco en compañías con fundamentales sólidos y están abiertos a oportunidades más allá de Estados Unidos, los inversores pueden sortear este entorno de nuevo equilibrio con confianza.